En las calles del Barrio 23 de Enero en Caracas, un fenómeno único ha surgido tras el fallecimiento de Hugo Chávez, presidente venezolano y líder revolucionario. Este barrio, situado en una colina que domina el Palacio Presidencial de Venezuela y la majestuosa montaña Ávila, se ha convertido en un punto de peregrinación para aquellos que desean honrar su memoria y su legado.
Cada día, a las 16:25, una salva rompe la rutina de este barrio, recordando el momento exacto en que Chávez partió de este mundo. En las calles estrechas y entre las humildes casas, se encuentra una modesta capilla dedicada a su memoria, llamada "Santo Hugo Chávez".
Esta capilla ha recibido a decenas de miles de venezolanos, quienes acuden para rendir homenaje al que fue presidente para algunos y una figura casi sagrada para otros. Con girasoles, veladoras y fotografías, los visitantes dejan sus muestras de respeto y gratitud hacia quien consideran su líder y protector.
Para muchos residentes del barrio, Chávez es más que un líder político; es un símbolo de esperanza y lucha por los derechos de los pobres. A pesar de las objeciones de algunos sectores, aquí, en el Barrio 23 de Enero, Chávez es visto como un "santo de los pobres", un protector y guía en tiempos difíciles.
Personas como Eva García y Elizabeth Torres visitan la capilla diariamente, dejando ofrendas como tazas de café en honor a las costumbres del difunto presidente. Para ellos, Chávez sigue siendo una presencia viva y significativa en sus vidas, una inspiración que continúa guiándolos en su lucha diaria.
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